El mensaje

Duodécimo Paso Habiendo experimen­tado un despertar espiritual como resul­tado de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a los alcohólicos y de practicar estos principios en todos nuestros actos.
En AA se cuenta el caso del recién llegado que se acerca a su padrino para pedirle que le ayude a comprender el Duodécimo Paso.
-Entiendo la parte que habla de llevar el men­saje y practicar los principios -explicó el recién lle­gado-. Pero no estoy muy convencido de haber ex­perimentado un «despertar espiritual», es decir, eso suena como que Dios te habla o que se te aparece un signo celestial, y nada de eso me ha pasado.
-Mire -le dijo su padrino-. Hace seis meses su vida era un completo desastre, ¿verdad?
-Verdad -concedió el recién llegado.
-Y usted estuvo a punto de perder su empleo, su mujer había visitado un abogado, y el juez es­taba por sentenciarlo a noventa días por conducir en estado de ebriedad, ¿verdad?
-Sí, todo eso es cierto -dijo el recién llegado.
-Y luego usted ingresó en AA -continuó el pa­drino-, dejó de beber y todas esas dificultades co­mienzan a solucionarse, ¿verdad?
-Claro que sí.
-Pues bien -dijo el padrino-. Para un bebedor como usted, eso es un despertar espiritual.
Observemos lo que sucede en la vida de un alco­hólico que llega finalmente a la etapa que llama­mos de la «sobriedad».
Ahora
Normalmente ebrio A menudo enfermo Enfadado, agresivo, deprimido Escaso discernimiento Muchos conflictos personales Quiere que los demás
cambien Casi nunca contento
Clínicamente en peligro
Antes
Sobrio Normalmente bien
Más tranquilo, menos defensivo Decisiones juiciosas Se lleva mejor con los demás
Procura cambiar él A veces francamente feliz
Recupera su salud

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