Como toda respuesta, él solía sonreír con benevolencia.
-És una verdad como un templo... -comenzaba otra vez.
-Ya lo sé, ya lo sé -contestaba nuestra amiga-. Bah, déjelo correr.
Al cabo de unos cinco años, jalonados por muchos problemas a los que seguía el mismo consejo, nuestra amiga experimentó finalmente el destello de la iluminación.
Había estado tratando de resolver varios problemas a través de un método habitual, que siempre le suponía muchísimas preocupaciones y la manipulación de personas y situaciones, cuando se le ocurrió. «Un momento», se dijo, «yo ya sabía lo que tenía que hacer desde el principio. ¿Por qué no seguí adelante y lo hice? ¿Por qué primero me tuve que meter en todo este lío?»
Luego un segundo destello la alumbró.
Puede que éste sea mi problema, pensó. Siempre hago una montaña de un grano de arena. No me tomo las cosas como son, siempre me las compongo para llevarme mal con la gente.
Tal vez, continuaba, por eso me siento tan insatisfecha con mi vida. Tal vez yo soy el problema, es decir, mis expectativas, mi manera de tomar las cosas, y no la vida.
Comenzó a actuar con este descubrimiento como guía, como si la solución de sus problemas residiera dentro de ella. Y, efectivamente, pudo resolver muchos de esta manera. Sabía que esto era así porque su vida comenzó a mejorar enseguida.
Parecía el final de una larga guerra entre la alcohólica y su propia vida.
Esto ilustra un tema importante del Undécimo Paso. La respuesta, si se quiere, a los problemas de la alcohólica estuvo siempre delante de sus ojos. Por eso su padrino insistía en repetirla una y otra vez, de la manera más simple posible, cada vez que la alcohólica le explicaba un problema.
En el Undécimo Paso, se aconseja al alcohólico en recuperación buscar a través de la oración y la meditación un contacto consciente con su Poder Superior. Esto se debe a que el recién descubierto PS no puede ayudarlo a menos que usted se ponga a su disposición.
Esto supone un tipo de escucha activa, a la cual, según indica el Paso, se llega mejor a través de la oración y la meditación.
Para muchos alcohólicos el Undécimo Paso también trae consigo otro aspecto de la recuperación largamente abandonado: la mejora de la calidad de vida. Esto no se refiere en general a ganar más dinero, conseguir una pareja más atractiva, o cualquier mejora de esa clase. Significa hacer aquellas cosas que hacen la vida más valiosa y satisfactoria para usted.
Cosas como ser de utilidad para otras personas.
O sentirse en plena forma.
O aprender cosas nuevas.
Recuerde que es la calidad lo que cuenta, no la cantidad. No importa cuánto se posee sino qué satisfacciones le aporta.
Las razones son evidentes: si su vida es satisfactoria para usted, y ha aprendido a sentirse satisfecho consigo mismo, tanto como con aquellos que le rodean, sus posibilidades de reincidir son menores.
No nos olvidemos: es una verdad como un templo que las soluciones de muchos problemas residen dentro de nosotros.
Transitando por el sendero
Publicado por
Gabriel Tornaser
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