Tal vez debería divorciarse, encontrar una mujer que realmente lo comprendiera, cambiar de trabajo, mudarse a otro barrio.
Este hábito persistente de la externalización es una venda que le impide ver su propia relación con el alcohol.
La bebida, desde su punto de vista, es la medicina que hace tolerable un medio externo insoportable. Sin alcohol, no podría arreglárselas para vivir.
Bebe tanto, según cree, porque su vida es muy difícil.
La recuperación supone, para muchos alcohólicos, un cambio total de esta actitud. En vez de buscar la raíz de sus problemas fuera de sí mismos, aprenden a observar su propio comportamiento, sus propias actitudes. Y en vez de tratar de encontrar soluciones en los cambios superficiales del medio, se pide a los alcohólicos en recuperación que busquen auxilio a través de su comunicación con un Poder Superior.
Al principio, pedir a un alcohólico que contemple su interior es como pedir peras al olmo. Puede hacerlo, pero sólo durante breves instantes.
Sin embargo, según el tiempo pasa, esta tarea, por varias razones, es cada vez más fácil.
Primero, la mente del alcohólico comienza a ser más clara. Todos los procesos de pensamiento, entendimiento y control emocional mejoran, solamente porque ya no se los somete a la agresión del alcohol.
Segundo, la abstinencia interrumpe la afluencia de muchos de los problemas psicosociales que causa la bebida. Ahora es más fácil hacer frente al último arresto por conducir borracho porque ya no habrá otros. Los problemas dejan de acumularse.
Tercero, la realidad, por más duro que le resulte al alcohólico creerlo, es que una gran parte de su insatisfacción con la vida era el producto de la propia actitud del alcohólico. En realidad la vida nunca fue tan horrible excepto cuando la bebida la transformó en eso.
Conocimos a una mujer que nos contó su experiencia con su padrino de AA. Siempre que le explicaba un problema, obtenía la misma e¿invariable respuesta.
-Es una verdad como un templo -le decía- que la solución de todos nuestros problemas reside dentro de nosotros.
Eso era todo lo que le decía, sin explicaciones ni discusión.
-Espere un momento -gemía nuestra amiga-. He pasado por un fracaso matrimonial, mi jefe me acosa; lo que necesito son consejos prácticos y no sabiduría oriental. Dígame qué debo hacer para solucionar estos problemas.
Transitando por el sendero
Publicado por
Gabriel Tornaser
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