Una cosa es ser violento, hacer tonterías o algo peligroso mientras se está borracho. Otra cosa es hacerlo y luego no recordarlo.
Es difícil creer que un bebedor que no recuerda lo que hizo o dijo mientras estaba borracho tenía un dominio completo de sus actos. Tal vez lo tenía o tal vez no.
A veces oímos decir a un alcohólico: «¿Y qué si se me fue el santo al cielo?, me comporté correctamente, ¿no?».
Lo que equivale a decir: «¿Y qué sk me puse delante de un autobús? Él me esquivó, ¿no?»
Hay millones de historias de amnesia de AA, pero una de nuestras favoritas es la de una mujer que, no habiendo bebido durante tres meses, decide asistir a un cóctel con su marido. Vestida elegantemente y llevando unas empanadillas calientes en upa fuente cubierta, tomó un taxi para reunirse con su marido en la fiesta. En el camino decidió detenerse^ y tomar un par de copas en un bar.
Unas horas más tarde, se despertó de un profundo sueño en la sala de espera de un aeropuerto. Horrorizada, preguntó a un empleado dónde podía tomar un taxi, pensando en qué diría a su marido por no haber ido a la fiesta.
El empleado le contestó en un idioma desconocido para ella. Había volado a París. Las empanadillas, nos contaba después, estaban frías.
Los olvidos del alcohólico
Publicado por
Gabriel Tornaser
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